lunes, 7 de marzo de 2016

Diversidad corporal

Es necesario evidenciar que estas normatividades genéricas y sexuales son vivenciadas por las personas de un modo encarnado y, por lo tanto, la corporalidad debe ser el punto de partida y una categoría analítica central. De este modo, la intersexualidad tiene que ver específicamente con la diversidad de los cuerpos sexuados.

El cuerpo y la sexualidad, desde el punto de vista de las experiencias, producen subjetividad, formas particulares de vincularse con el mundo y con los/as otros/as, y conocimiento.

Al hablar de diversidad corporal, se intenta explicitar y desnaturalizar las normas sociales que instauran y reproducen cuáles son los cuerpos normativos, deseables, válidos y legítimos.

Los cuerpos que se distancian de este paradigma son marcados por una diferenciación social que, apelando a un discurso que construye a la biología como neutra y definitoria y a la naturaleza como persistente e inmutable, constituye la base de la discriminación.

Estos cuerpos son los “estigmatizados”, ya que son poseedores de un signo o atributo caracterizado como negativo y generador de una identidad social subordinada.

Por tanto, el estigma no es sólo un rasgo corporal o el generador de un rol social, sino que constituye un marcador identitario, un atributo dominante al que se someten todos los demás roles sociales.


Con el espíritu de cuestionar e historizar estos modelos hegemónicos que regulan el género, la sexualidad y la corporalidad, es fructífero pensar al cuerpo como construido socialmente, en tanto está atravesado por relaciones de dominación, categorías de percepción y sistemas sociales de clasificación.

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